No es prestado todo el dinero que sale del Banco
«¿Qué prestamo me interesa?» , pregunta un ciudadano medio, aún en la época en que vivimos; la respuesta, por desgracia, bien podría ser ésta: «Te interesa el préstamo que te den, si es que te dan alguno». Y es que, lo complicado no es ya negociar financiación sino conseguir la misma.
Sin embargo, muchas veces se emplean conceptos que distan mucho de tener un mismo significado, lo cual suele desconocer el que lo emplea. Préstamo, crédito, póliza, hipoteca no son la misma cosa. Esos conceptos aparecen vinculados de una u otra manera a una eventual financiación, sin embargo, no producen iguales efectos.
El préstamo implica la entrega de una cantidad de dinero. En el momento en que se contrata el dinero ya es del prestatario -en el caso habitual, el cliente del Banco-; el prestamista, tiene el derecho a recibirlo devuelto. Conlleva unos intereses que se calculan sobre la totalidad de la cantidad prestada. Su cálculo se puede hacer de muchas maneras, pero lo normal es el sistema de amortización francés, de él nace el tópico de que «al principio se pagan más intereses que capital» (esta cuestión merece un post independiente).
El crédito, sin embargo, frente al préstamo, lo que genera es un derecho a disponer de dinero frente al Banco; el acreditado, el cliente del Banco, tiene a su disposición una cantidad de dinero que igual gasta o igual no. En función de sus flujos de salida y entradas en la cuenta de crédito, del dinero que saque y meta en el Banco, los gastos de financiación serán distintos. Frente al préstamo, donde el dinero devuelto no puede volver a ser retirado, en el crédito podemos disponer de lo devuelto mientras la línea de crédito esté vigente. Es al momento del cierre cuando debe quedar saldado el mismo. El dinero que se retire del banco devengará intereses, el dinero que permanezca en el banco, en cambio, generará la llamada comisión de (no) disponibilidad, que siempre es menor que el importe de los intereses. Las tarjetas de crédito son ejemplificativas de lo que explicamos, si se usan se paga, en caso de inactividad nada se paga.
La póliza no es ni préstamo ni crédito necesariamente. Es el ropaje notarial, formal, que viste el producto bancario cuando no lleva garantía hipotecaria. Lo correcto es hablar de «póliza de… PRESTAMO», «póliza de… CREDITO», igual que hablamos de «escritura de compraventa», «escritura de poder», etc.. Sucede que tradicionalmente la mayoría de las pólizas eran de crédito, por eso,el género se tornó en especie.
La hipoteca, tampoco es préstamo ni crédito, es una garantía que vincula una propiedad y la afecta especialmente a la satisfacción del interés del Banco. Al fortalecerse la posición del acreedor, se brindan financiaciones a más largo plazo y en mejores condiciones. El inconveniente es que genéra impuestos, grava con el impuesto de actos jurídicos documentados.
Es usual que pregunten al notario: «¿Qué le parecen los intereses?» Los intereses no son ni buenos ni malos, dependen de las circunstancias de la persona y de los riesgos que asuma la entidad al financiar. Pero, actualmente, lo difícil no es negociar esto, sino acceder a la financiación.
Aunque hemos hablado siempre de «Banco», lo dicho también es aplicable a las relaciones entre particulares, que también se préstan o se dan dinero a crédito con o sin hipoteca.