«Que paguen más los que más tienen»
Ese es el titular que se da a la reforma fiscal que propone el lider de la oposición. Alfredo Pérez Rubalcaba apunta que su propuesta pretende: «Conseguir que paguen más los que más tienen, los que más ganan y los que más heredan»; lo cual, así dicho, no significa necesariamente que paguen más los que más tienen. Tampoco quiere decir que paguen los que realmente deben pagar. Ese tipo de afirmaciones, si no se llenan de cotenido, o son un mero bulo efectista o se pasan por ambiciosas.
Al oir el titular y meditar sobre la noticia me vienen a la mente tres historias, que son perfectamente aplicables para interpretar la noticia que nos ocupa. Como siempre, todo depende del color del cristal con que se mire.
La primera de ellas es la de Robin Hood. El ladrón que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. De niños todos, al menos yo, hemos mirado con admiración y romanticismo al personaje. Es cierto, la riqueza debe repartirse y debe volver al que la produce. Por tal motivo, ante el abuso del poder establecido siempre es bien recibida la figura de un personaje que trate de compensar la balanza.
Sin embargo, no siempre la riqueza procede, al menos así yo lo veo, de un abuso por parte de alguien seguido de un correlativo empobrecimiento reprobable moralmente. En este caso, suena en mis recuerdos el cuento de La Cigarra y la Hormiga. A dicho relato, que todo lector sabrá, le conozco dos finales. Uno, solidario y dulcificado del original, en el que la hormiga, pese a la manifiesta injusticia social que presenta la actuación de la cigarra, se apiada de ella y en el momento de necesidad la ayuda. Otro, el de la fábula, más duro, en el que la hormiga prescinde de ayudar a la Cigarra, pues es la Ley de la Naturaleza; recuerdo que en Andalucía decían: quien corra la liebre que se la coma. ¿Alguien duda de que la conducta de la Cigarra es reprobable? Seguro que no. Pero, no obstante, por suerte o por desgracia, las cosas no son blancas o negras; hay veces que no se quiere ser cigarra pero la vida no brinda a todos las oportunidades por igual.
La tercera historia que anticipaba es la conocida Parábola de los talentos. El relato bíblico pone de manifiesto que lo reprobable no es generar la riqueza ni tenerla, sino dejar pasar las oportunidades que la vida nos da y no generar bienestar cuando pudimos hacerlo.
Seguro que hay muchas más historias y muchos más ejemplos. Volviendo al tema con el que empezábamos. Insisto, es justo que paguen más los que más tienen, sí. Sin embargo, no es cierto que no lo hagan ya, los que supuestamente más tienen pagan más. En efecto, en los impuestos directos, como el IRPF, existe progresividad de forma que no solo al ser mayor la base se paga más, sino que también se incrementa el porcentaje. En los impuestos indirectos, a mayor consumo más tributación, el consumo, en la mente sensata, claro, refleja capacidad adquisitiva.
Con todo lo dicho, a mi me parece que el problema no es si los que más tienen han de pagar más, lo cual es incuestionable. El análisis, si quiere ser serio, debe ser más minucioso y, por consiguiente, más riguroso.
1) Debe determinarse adecuadamente, quiénes son los que más tienen. Los que más tienen, normalmente, quedan al margen del IRPF por tener un magnífico asesoramiento fiscal que los aleja de tal impuesto.
2) Debe determinarse qué quiere decir tener más. Es justo que quien más trabaje y renuncie a ocio y vida personal, como la hormiga del cuento, tenga más. A mi lo que me parece es que lo que debe penalizarse es, como en la parábola de los talentos, la riqueza improductiva.
3) Debe racionalizarse la tributación; de forma que se pague lo que se debe pagar y cuando debe pagarse. No está bien una política fiscal que defiende amnistías, como tampoco está bien que las propias Autonomías inviten al fraude con sus tablas de «engaño permitido».
4) Por último, no se trata de exprimir la gallina de los huevos de oro y matarla para ver lo que tiene en el vientre, pensando que allí se encontrará la riqueza infinita. Por ello: a) Debe impulsarse el empleo productivo de la riqueza; y, b) La solidaridad de nuestro sistema, debe permitir el acceso a las oportunidades a quienes realmente las merecen sin basarse exclusivamente en la capacidad adquisitiva.
La fiscalidad es una pieza angular del sistema, pero no la única, debe racionalizarse la Administración y nuestro sistema autonómico ¿por qué ningún político plantea nada sobre ello?