Los pilotos de la crisis
¿Quién no habla de la crisis? La crisis económica que asola nuestros hogares, nuestas empresas y machaca nuestro país es algo que está en boca de todos. Sin embargo, cada cual tiene su crisis particular.
Desde que en el año 2007 empezase a generalizarse la dichosa palabra, se han sucedido en la Notaría planteamientos económicos inusuales hasta la época y acompañados de las correspondientes fómulas jurídicas. En los despachos notariales confluyen personas de todos los sectores y niveles económicos; su problemática jurídico-económica siendo diversa tiene un denominador común: la situación de crisis requiere adoptar nuevas soluciones y tomar nuevas perspectivas, «hay que cambiar el chip y reinventarse». Si, reinventar no solo el negocio sino incluso la cotidianeidad que afecta a nuestro modo de vida.
Desde el punto de vista empresarial -que es el que queremos poner de relieve en esta entrada- esta época ha desnudado y mostrado la cruda realidad de una mala planificación. Ya lo decían nuestras abuelas «lo barato sale caro». En la época de bonanza se ha dejado de lado, en muchas ocasiones, una adecuada planificación de la empresa desde un punto de vista dinámico. Y es que, las grandes decisiones se toman cuando el barco va viento en popa a toda vela. Cuando la nave empieza a naufragar si no se ha adoptado esa adecuda planificación los remedios son más costosos y la soluciones más complicadas de llevar a la práctica.
Desde la atalaya que supone la Notaría se nota diferencia entre las empresas que han invertido. Las inversiones no solo afectan al ciclo productivo, sin duda las que más se ven, sino que toman razón también en un adecuado departamento de política financiera y un asesoramiento correcto en punto a la conveniencia de adoptar una estructura jurídico económica u otra. Son costes que no siempre se entienden pero que, sin duda, se agradecen y resultan nimios cuando llega la época de las vacas flacas.
Si todo eso no se ha hecho, puede que se tenga suerte, puede que los problemas pasen de largo y queden sólo en un mal trago. Pero puede también que se enquisten y haya que tomar remedios drásticos. En esta fase también es conveniente dar un adecuado golpe de timón y saberse rodear del equipo correcto que se enfrente con las mejores circunstancias a la amarga travesía a que se enfrenta la empresa. Una elección equivocada, lejos de remediar, puede acelerar el deterioro de la organización empresarial e incluso acabar con la propia empresa, pues las empresas, aunque de otra manera, también se mueren.
Así pues, en los momentos buenos debe dotarse la empresa de una adecuada política financiera, unos instrumentos jurídicos que garanticen la continuidad de la empresa en situación de crisis económica o, incluso, en los momentos de vacío de poder ante la falta del fundador.
En los momentos malos, si todo lo anterior no se hizo, o si no dio resultado, debe actuarse con rápidez, procurar anticiparse, no esperar a que la situación sea insalvable; y, en cualquier caso, rodearse de un adecuado gabinete de crisis, en manos de profesionales.
Lo que está claro es que soluciones artesanales y personalistas parecen no ser las más convenientes, al menos, si a los hechos nos remitimos.