Y tú… ¿a quién sigues?
Me he acordado al pensar en escribir este post de @robertoferrer21, quien, cuando lo conocí, planteaba una nueva dimensión de la configuración de la sociedad refiriéndose a las redes sociales como algo más allá de los conceptos de territorialidad; en un tono bastante ejemplificativo preguntaba en voz alta:
«¿Eres de Facebook o de Twitter?»
Roberto manejaba unos conceptos que superaban la época actual. Tal vez sean ciencia ficción o, igual, son la base del futuro. El tiempo dará y quitará razones.
Esta mañana, he tenido una interesante conversación con una amiga virtual, a través de Twitter. Intercambiábamos impresiones sobre cómo debería ser una cuenta en Twitter y, especialmente, una cuenta institucional. Al hilo de la conversación, se me han ocurrido estas reflexiones, que procuro plasmar despojadas del apasionamiento que habría vertido tras terminar de hablar con ella.
«¿Cómo debería ser una cuenta institucional de Twitter?»
Es indudable que los usuarios de Twitter son como las intersecciones de los conjuntos en matemáticas. Hay personas que nada tienen que ver pero que tienen cuentas en común; intereses coincidentes hace que coincidan seguimientos. Cómo deba ser una cuenta institucional de esta red social dependerá de los objetivos que persiga.
En este post me voy a centrar en Twitter. Pienso que esta red social se caracteriza por su dinamismo y por la potencialidad de difusión. Muchas veces se comparten cosas de forma irreflexiva, si lo que se pretende es lograr presencia social lo compartido debe cautivar a primera vista. Sería la red social de Baltasar Gracián:
«Lo breve, si bueno, dos veces bueno»
Twitter es una red social en la que parecen converger distintos profesionales, habiendo quedado, parece, Facebook como red más estática, para cosas más mundanas e, incluso, de postureo.
Personalmente, no sigo muchas cuentas institucionales. Pero… ¿qué son cuentas institucionales? Para mi son aquellas que tratan de presentar a una institución en una red social. No suelo seguir cuentas institucionales porque no me suelen aportar nada. Suelen ser cuentas monótonas, aburridas y con poco valor añadido, probablemente sea debido a que no han sabido entender que las redes sociales son bastante más que tener un departamento de comunicación. Dichas cuentas suelen ser sólo altavoz de si mismas. Cuando accedo a su time line no aparecen más que sus propias noticias. Alguna vez se emplea la expresión egocuentas. No creo que sea una cuestión de «ego», sino, simplemente, que no se ha definido bien el objetivo de lo que debe de ser estar en la red social en cuestión.
Estar en Twitter es algo más que aparecer en un foro de opinión. Junto a la posibilidad de opinar se suele buscar un objetivo. Para alguno el sólo hecho de compartir y tener presencia social, se trata de una red de cooperación. Para otros, se buscan fines comerciales. Mantener el buen nombre de una institución puede ser un fin en sí; sin embargo…
Uno no es bueno porque predique sus virtudes a los cuatro vientos, sino por dejar testimonio de calidad entre aquellas personas que interactúan con él.
Por eso, no me gustan las cuentas que sólo hablan de uno mismo. Pueden ser excepción aquellas cuentas que, en sí, son fuente de noticias, por ejemplo, seguir la cuenta del Parlamento Europeo o de una Comisaria de Justicia de la Unión Europea; pues a mi, profesionalmente, las noticias que se filtran a través de una u otra cuenta me interesan. Frente a estos perfiles, las cuentas institucionales que esperan un retorno deben ofrecer algo más y dar valor añadido.
Existen, pues, otras instituciones que, en sí, no generan noticias relevantes como no sea por el servicio que prestan a la sociedad. En este caso, las propias instituciones deberían buscar potenciar su buen nombre, en mi opinión, y hacer que su opinión, sus cuentas, fuesen valiosas en sí mismas, por la calidad de los contenidos que difunden vinculados con su quehacer diario.
Estas cuentas, por ejemplo, pueden ser las de colectivos profesionales como, por ejemplo, Colegios de Médicos, Farmacéuticos, Abogados… pero, también, por qué no, las de otros colectivos de la Administración, como Notarios o Registradores; la misma Policía Nacional tiene una cuenta con muchos seguidores e interacciones ( @policia ) a la que estoy suscrito y que me parece, excepcionalmente, muy interesante. Todas ellas tratan de justificar la bondad de sus funciones y servicios para la sociedad. No debe perderse la perspectiva de que en la época que vivimos han sido muchos los pilares de la sociedad que se han reformado y cuestionado. Me parece que una buena forma para lograr ese branding es conseguir que su opinión cuente para la sociedad. Es lo que comercialmente, en muchos sectores, se conoce como «prescriptores». Reputación on line es un valor añadido en esta época, pues realidad y virtualidad son dos planos que se entremezclan.
No entiendo aquellas cuentas que, por muy institucionales que sean, dejan de funcionar en fin de semana, especialmente cuando existen herramientas que te permiten planificar contenido. Así, por ejemplo, alguna institución, todos los viernes cierra la persiana y no aparece hasta el lunes siguiente. Estar en red implica presencia permanente y más si tienes detrás, se supone, uno sustanciosos recursos que te respaldan; y, si, por el contrario, las cuentas carecen de presupuesto, es una señal de que desde la propia Institución no se ha enterado de lo que es estar en red.
Tampoco me gusta que las nuevas herramientas de comunicación, las redes sociales, conviertan a los profesionales en actores. No, Notarios, Registradores, Abogados… no son actores. Con lo que escenificar la función que prestan, los servicios que realizan, lejos de mejorar la reputación social de estos colectivos, puede conllevar una presentación surrealista en sociedad que `puede producir el resultado adverso al que se pretende conseguir. Entre cantar un tema de una oposición en un mass media y aparecer como un speaker de Hyde Park hay menos distancia de lo que uno se piensa.
Es una práctica frecuente en este tipo de cuentas, hacer oídos sordos a las críticas que se formulan desde la red. La ausencia de un comunity manager adecuado que sepa resolver las crisis de reputación suele ser un error común que no hace más que confirmar la falta de interacción.
Lejos de tener miedo a presentar el valor añadido de lo ajeno, las cuentas institucionales deberían ser conscientes de que compartir suma y la simbiosis funciona desde la noche de los tiempos. Por eso no deberían ver las otras cuentas como competencia sino como herramientas de crecimiento.
En ocasiones se percibe como las cuentas institucionales lejos de pretender ser punteras no se les dota de un presupuesto adecuado a la Institución a la que representan y se les da un aspecto que no es concorde al respaldo que se supone que tienen. De esta forma, lo que en una cuenta modesta puede brillar, en una cuenta de este tipo da un aspecto vulgar. Lo que también sucede cuando se dedican a copiar ideas ajenas huyendo de presentar contenidos originales que complementen a los que ya existen en la red.
Así, pues, en mi opinión, una cuenta institucional:
- Debería primar sus propios contenidos, pero no prescindir totalmente de los ajenos.
- Debería estar pendiente de la posible competencia y utilizarla para crecer.
- Debería tener un respaldo presupuestario adecuado e invertir en formación de sus gestores.
- Debería tener presencia permanente en la red todos los días.
- Debería interactuar con los que se acercan a ellas y esperan respuesta.
- Debería pretender dar valor añadido y ser útil en si, más allá del valor publicitario.
Entonces… ¿A quién sigue este notario?
Disfruto y aprendo mucho en Twitter hasta el punto de que he tenido opción de interactuar con personas que para mi han sido un referente; he conocido gente que ha pasado de ser meros perfiles a auténticos amigos, tanto en la red como en la vida real y he encontrado fuentes instantáneas de conocimiento, por eso me gustan cuentas:
- Que sean fuente de noticias.
- De temas jurídicos en los que se susciten debates y se comparta conocimiento.
- De amigos y profesionales, incluyendo en ellas perfiles universitarios, con los que debata sobre los temas anteriores.
- De blogs sobre temas de actualidad jurídica y nuevas tecnologías.
No sigo cuentas institucionales, ni de políticos, ni de periódicos. Tampoco sigo a todo el mundo que me sigue, si no debate, comparte o aporta. Si bien, ello no quiere decir que no tenga interés, simplemente que mi capacidad de filtrar es limitada.
Tampoco me molesta que no se me siga, pues cada cual es libre de hacer lo que le plazca y de acceder a sus intereses como más cómodo le sea. Hay cuentas que leo y cuentas que me leen en las que no hay seguimiento y no por ello dejo de visitarlas casi a diario.
No me gustaría acabar este post sin relatar una anécdota. El pasado dos de marzo, mientras la Comisaria de Justicia de la Unión Europea, Doña Vera Jourová anunciaba en su cuenta de Twitter, que la Unión Europea seguía adelante y se desbloqueaban los Reglamentos sobre regímenes económicos matrimoniales y patrimonio de las parejas de hecho -lo que reflejaban las páginas institucionales de la Unión Europea-; dos importantes cuentas institucionales del mundo jurídico de España, como los conejos de la fábula de Iriarte, que no se si eran hermanos o primos, no se hacían eco de la noticia, tal vez estarían pensando si eran galgos o podencos las bondades que uno podía atesorar frente al otro, mientras se distanciaban cada vez más de la sociedad, su razón de ser… cada cual sabrá sus razones.
Y es que, como una buena amiga me dijo un día…
«No es lo mismo estar presente en redes que tener presencia»
Suscribo tus comentarios, y sabes que probablemente sería muchísimos más ácido, no obstante te lanzo el reto de hablar si verdaderamente los medios de comunicación tradicionales o analógicos, tienen alguna razón de ser en la sociedad digital.
Podría empezar hablando del problema que el lobby periodístico causó, y sus resultados con la desaparición de google news.
Pero te lanzo una reflexión con una frase que un día escuché a un gran periodista llamado Ramón Pi; nada puede ser más cruel para un periodista que sacarle un artículo de un periódico del día anterior.
Frente a ello, Internet es un periódico que está en todo el mundo las 24 horas del día, los post se editan y actualizan, y la inmediatez de la comunicación que ofrecen las redes sociales es innegable ¿verdaderamente compensa tener periodistas tradicionales en vez de Community Managers? ¿verdaderamente es irrelevante la información que puede ofrecerse en Internet? pones muy bien el ejemplo de la cuenta de Twitter de la Policía, y dudo que haya una institución más seria que los encargados de velar por el orden público ¿por qué otras «cuentas institucionales» no aprenden?
Querido Francisco, lo que comentas da para mucho, como el propio post. Es interesante el debate.
Pienso que periodista y CM son trabajos y funciones distintas. Sin embargo, desconocerlo y no asumirlo puede ser temerario.
Lo de no aprender… ¿inmobilismo? ¿miedo al cambio? ¿quítate tú que me pongo yo? El CM es algo bien distinto a un periodista… el tiempo dará y quitará razones.
Abrazos
«No sigo cuentas institucionales, ni de políticos, ni de periódicos»
Yo tampoco y le aplaudo por ello.
Un saludo
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