Mi tía dejo un papelito escrito…

   «No hay más sordo que el que no quiere oir», me dijo una vez una funcionaria, todavía me acuerdo. Por desgracia, esa situación se repite en todos los órdenes de la vida. En aquel caso, trataba yo de asegurarme, por prudencia, de lo que mi interlocutora me decía. En otras ocasiones, la persona, va con su idea preconcebida y digas lo que digas, no hay quien de su cábalas la saque.

   A lo largo de mi vida profesional el dichoso papelito aparece muchas veces. Se preguntará el lector cuál es el trozo de papel de marras. No es otro que el que una persona idea para ordenar su sucesión al margen de la conveniente, cuando no imprescindible, visita al notario.

   Son muchas las veces en las que una persona, cuando hace su testamento, se reserva para sí cualquier inquietud, y añade: «es que no lo tengo claro, Sr. Notario, en cualquier caso, ya le diré yo a mi prima y si no haré cualquier papelito en que indique qué hacer con…». Y es que, esos papelitos, manuscritos o no, son un cúmulo de problemas, pues incluso en el caso de que llegaran a tener validez, que normalmente no la tienen, implican una compleja tramitación.

   Toda disposición testamentaria debe hacerse ante Notario, desde aquella que implica la total ordenación de la sucesión, hasta aquella otra que es meramente accesoria de una declaración de voluntad sucesoria, por ejemplo, tengo todo claro pero ¿qué hago con las joyas?¿con los objetos personales?¿con aquel cuadro de especial valor que siempre quise que fuera para mi hermano?

   Es cierto que se puede hacer testamento ológrafo, éste no requiere intervención de notario, pero tanto su correcta redacción, que debe hacerse con arreglo a la Ley, la cual normalmente desconoce el testador y esto tanto en forma como en contenido; como su tramitación posterior, que requiere adveración judicial tras el fallecimiento, hacen totalmente inoperativa tal opción.

   En todos los años que llevo de ejercicio profesional, puedo decir, no he formalizado ninguna herencia que se basase en ese papelito; sin embargo, en cambio, sí han sido muchas las veces en que un escrito presumiblemente del testador ha quedado sin efecto porque no cumplía los requisitos más elementales de forma o porque había transcurrido el plazo para que ganase cualquier efecto.

   Por eso, el testamento ¡siempre ante notario!; los problemas del papelito se tapan con los escasos treinta euros que cuesta un testamento.

Antonio Ripoll Soler

Notario de Alicante

www.notariaripoll.com

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