El muñeco de Elvis: cuestión de actitud

elvis tomada de https://www.google.es/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&docid=qA5sP45YigvBYM&tbnid=_hnBs-QKUy-JjM:&ved=0CAQQjB0&url=http%3A%2F%2Fen.wikipedia.org%2Fwiki%2FWackel-Elvis&ei=enSmUYvPNMKc0wWjz4DYBQ&psig=AFQjCNFinmsBmpVXF3hJJPlAS8gkY-f2gQ&ust=1369949430741882   ¿Y qué pinta un muñeco de Elvis en este blog? La imagen del susodicho muñeco en el salpicadero de un coche, balanceándose, con el traqueteo del vehículo; dando la razón indefinidamente y diciendo  a todo, me viene cíclicamente a la cabeza. No es infrecuente que mientras leo y explico una escritura, alguno de los presentes asienta de forma reiterada hasta que le pregunto: «¿Usted está entendiendo lo que le explico?». Entonces me mira perplejo y se delata. Efectivamente -pienso para mi- no se está enterando de nada.

   Es algo que no alcanzo a comprender. Al margen de lo que cada cual crea que es el Notario y lo que hace -pues las personas no siempre lo entienden-, pienso que el asistir a una Notaría implica una actitud reflexiva por parte del que lo hace. Sí, pues: 1) Nadie le obliga a ir; 2) Debe de tener una necesidad; 3) Implica unos costes -al menos, sólo por eso, debería tratar de entender qué hace ahí-; en fin, 4) El Notario le puede explicar cómo funciona su tema pero, previamente, la persona, se supone que sabe que tiene un tema.

   Creo que lo dicho hasta ahora es bastante sensato. Sin embargo, esta misma semana me encuentro con el siguiente episodio:

   1) El asunto: Una refinanciación o reestructuración de una operación bancaria. Se hace en aquellos casos en los que el o los deudores no pueden hacer frente a las cuotas del préstamo, normalmente, hipotecario.

   2) Los preliminares: Previamente, antes de acudir a la notaría, se ha asistido varias ocasiones a la sucursal bancaria. Se ha expuesto el problema, se ha solicitado y se ha negociado una solución.

   3) El desenlace: La firma de la escritura en la que se retoca lo pactado anteriormente con el Banco. Implica que la operación ha sido aprobada y que el Banco ve viable o, al menos, que merece la pena, confiar en el deudor.

   Normalmente, en ese tipo de escritura, una vez identificadas las partes, se relata lo que ha sucedido hasta el momento actual. Esto es, cuando se contrataron los préstamos y lo que ahora se debe.

   Pues bien, llegados a este punto, cuando me dirijo a los clientes y les digo: «Ustedes pidieron al Banco un dinero de X». Me contesta uno de ellos: «Yo, al Banco, nunca le he pedido dinero». La señora, juraba en arameo que ella no había pedido dinero, hablaba de unas cantidades ininteligibles -que el notario no tiene que saber- y que procedían de otros contratos de financiación anteriores al que se estaba reestructurando.

   El director del Banco -el cual, me consta, es minucioso en su trabajo-me miraba atónito.

   Finalmente, no sin dificultad, la señora entendió la operación, se fue con las cosas claras y, por eso, firmó la escritura.

   El caso que acabo de exponer, tal vez sea límite. Sin embargo, me lleva a esta reflexión. Ir a la notaría es un acto cargado de seriedad, importante, está relacionado con cuestiones que, probablemente, incidan notablemente en nuestra vida. Puede que estemos comprando nuestra casa; puede que solucionando la herencia del padre; organizando nuestra sucesión; dando forma a un proyecto, mediante una sociedad… o, como vulgarmente se dice, casándonos con un Banco.

   No se puede ir a la Notaría como si nada se supiese; es muy fácil, luego, decir: «A mi no me explicaron nada…, el Notario leía muy deprisa…» o cualquier otro tópico similar. Sin embargo, por muy bien que lo haga el Notario, de nada servirá si nos ausentamos mentalmente en el momento de la firma; si nos inhibimos y declinamos nuestra responsabilidad. La persona, en la Notaría, es el protagonista y debe actuar su papel.

   ¿Cómo debe acudirse pues a la notaría? Se debe intentar aprovechar al máximo el potencial de asesoramiento que va a poner a nuestro servicio el Notario. Debe reflexionarse sobre la importancia del hecho que nos lleva a la oficina notarial; sobre sus consecuencias futuras; y debe preguntarse todo. El precio va a ser el mismo, sin embargo, las consecuencias no. El notario puede explicar muy bien, pero sólo el interesado sabe lo que mejor se acomoda a sus circunstancias. No se trata de que la escritura sea correcta técnicamente, sino de que refleje lo que queremos.

   ¿Es o no cuestión de actitud?

   Antonio Ripoll Soler

   Notario de Alicante

   www.notariaripoll.com

7 Comentarios »

  1. Claro que es cuestión de actitud. Pero de ambas partes: Notario y cliente. Hay clientes que se sienten avergonzados antes los conocimientos que posee el Notarioy por eso, no preguntan. A veces, ni siquiera saben lo que tienen que preguntar. Y quizá los Notarios, cuando detecten esa actitud, deberían explicar los términos del acuerdo que se va a firmar. ( Y sí, me consta que tu lo haces).

    No me gusta generalizar y por eso, voy a comentarte mi caso concreto; cuando escrituré la hipoteca de mi casa. Yo, previamente, hablé con el Banco, me leí las condiciones, comprobé que no tenía cláusula suelo, y procuré que reflejará las condiciones explicadas por la entidad bancaria, y que yo había aceptado. Ni una más, ni una menos.

    El dia de la firma, allí estábamos el Banco, la promotora, el Notario y yo. Menos mal que me estudié el tema (aquello era más importante que un examen) porque si hubiera sido por las explicaciones que teóricamente me tenían que haber dado…. Y sí, leyó muy deprisa, te lo aseguro!! Claro, que era 2006 y muchas hipotecas que firmar….

    Un saludo!!

    • Cierto, Noemí. A veces me sorprende algún otorgante cuando digo: «¿¿Quiere preguntar algo??» Y me contesta: ¿Qué debo preguntar?»
      Procuro ponerme en lugar de la persona, lo cual no siempre es fácil. Los casos más difíciles se dan con aquellos que acuden con prejuicios y verdades preconcebidas. También es complicado el supuesto de aquel que cree saber más que tú, porque ha leido tal o cual cosa. A estos últimos les suelo decir que si no confían en mi opinión no hay problema en que busquen otra.
      Gracias por tus comentarios!!

  2. No todos los notarios son igual de profesionales. Yo no sólo he firmado documentos de cuyas consecuencias aún tengo dudas (que pregunté, pero no se terminaron de aclarar), sino que le aporto una dura anécdota. En su día tuvo consecuencias. Con 18 años recién cumplidos un familiar, bajo coacción, me obligó a firmar ante notario un documento constitutivo de delito. Yo no sabía esto, pero aún así no quería firmar. El día de la firma, delante del notario se me insultó y recordó el motivo de amenaza. Firmé llorando y después de decir que no quería firmar. El notario admitió el documento, y a otra cosa…

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