Te regalo un iPad y pagas dos
Ipad, iPhone, TV, portátil, vajilla, set de cacerolas… ¿Qué regalo quieres? Elige banco y llévate un regalo. Total, sólo se trata de domiciliar la nómina, no hay préstamo, no hay precio, no hay trampa.
Merche eligió el iPad. La jugada le salió redonda, llevaba tres años trabajando dura como reponedora en un supermercado. Un día, a la salida del trabajo se fijó en un cartel que lucía en el escaparate de un banco próximo. Anunciaba un flamante Ipad, sólo tenía que domiciliar la nómina durante treinta meses en el Banco. El trato no parecía malo. No tenía que pagar nada. El compromiso era fácilmente asumible. Llevaba tres años de trabajo, era muy valorada, la cadena estaba en expansión. No estaba contenta con su banco; con lo que no estaba mal cambiar de entidad. Nuevas caras, nueva tarjeta y…¡Un iPad último modelo! Se lo presentaría a sus hijos como regalo, le venía genial, pues a ellos les hacía mucha ilusión. Un viernes por la tarde, a la salida del cole, se lo enseñó a los niños. ¡Qué alegría! Jesús y Mamen, de 9 y 7 años lo querían para jugar, dibujar; la verdad es que el aparato era una cucada; pero a quien más ilusión le hacía era a la propia Merche.
Pasados tres meses, la cadena de supermercados hizo un ERE, al parecer, las cosas no iban tan bien como se vendían en la tele. Merche no se libró. Empezó a cobrar el paro. Se lo ingresaban en la cuenta donde tenía domiciliada la nómina. Merche se puso a buscar trabajo, su marido estaba en el paro hacía tiempo. La chica tenía muchas ganas. Las cosas no salían. A los nueve meses dejó de cobrar el paro.
Pasaron dos meses y Carlota, la directora de la sucursal bancaria, la llamó.
– Merche, hace dos meses que no ingresas nada en la cuenta. ¿Ha pasado algo? -dijo amablemente, Carlota-.
– Mmmm, me da corte -contestó Merche- el caso es que me echaron del trabajo y se me ha acabado el paro…
– Tenemos que arreglar lo del iPad –dijo Carlota-.
– ¿¿El iPad?? No sé de qué estás hablando…
El caso es que, aunque Merche lo había olvidado, el Banco no. El iPad era un magnífico regalo, pero no era gratis. Si Merche no ingresaba una cantidad mínima mensual, el trato se convertía en una venta, a un precio superior al del mercando, en el cual no se tenían en cuenta las cantidades ingresadas. Cuando eso sucedió, Merche no tenía dinero y tuvo que financiar la adquisición de un iPad viejo, para lo cual tuvo que pedir un préstamo al propio Banco.
Los Bancos no son ni buenos ni malos. Son entidades con ánimo de lucro y no regalan nada. Simplemente, tienen unos productos que pueden ser ventajosos, pero ellos también obtienen un beneficio.
El caso que he relatado, por desgracia, ha sido más frecuente de lo que debiera. La crisis también se ha notado aquí. Ese problema no siempre se presenta de la misma forma. Desde hace algunos años, es frecuente pactar los préstamos con vinculaciones, de forma que si, entre otras cosas, domicilias la nómina, te bonifican el interés. En ese momento, todo el mundo, ante tan fácil requisito, jura amor eterno al Banco. Sin embargo, como a Merche le pasó, pasado un tiempo, con la golosina del regalo, mucha gente domicilia la nómina en otro banco y… ¡Pierde la bonificación de interés en el préstamo hipotecario! Igual se entera, igual no, pero paga el iPad con creces.
Y es que… amor con amor se paga.
¿Tiene vuestro préstamo vinculaciones? ¿bonificaciones? ¿sabéis cuáles son?