De vinos con el banco: ¡Un brindis por la hipoteca!
Coincidiendo con la entrada en vigor de la Ley de Crédito Inmobiliario llegó a mi notaría, por mensajero, una botella de vino, magnum, dentro de un estuche de cartón. En el estuche se leía la marca de un banco. Nada ponía sobre el destinatario agasajado. Simplemente, ponía una escueta referencia a un asistente de firmas. Fátima, que dirige solventemente la recepción, recogió el paquete, pensando que era un regalo para mi me lo entregó.
Normalmente, no me hacen regalos, cosa que, por otro lado considero que es lo que debería ser. Ocasionalmente aparece un pequeño detalle de un cliente satisfecho por tal o cual atención. Siempre me gusta agradecer al que tiene tal gesto. Realmente, es más frecuente que los miembros de mi equipo reciban algún detalle. Es una forma que tienen los usuario de la notaría de distinguir a la persona que se ha preocupado de su asunto y con la que han llegado a trabar, en esas ocasiones, una relación que transciende de lo estrictamente personal. En determinadas situaciones, las personas agradecen la empatía. En ese sentido, estoy muy contento por el trato que cada uno de los miembros de mi equipo ofrecen a la gente. Cuando ellos reciben ese tipo de detalles, normalmente unos bombones o unas flores, me produce tanta o más satisfacción que si me los ofreciesen a mi. Además, les suelo gastar alguna broma enfatizando la simpatía del agasajado, para que tomen nota.
En esta ocasión no tenía ni la más remota idea de quién remitía la botella de vino ni tampoco la causa del envío. Tampoco me llaman la atención aquellos detalles que se hacen estandarizados a modo de “regalo de empresa”, pues pienso que, realmente, no entrañan un gesto o agradecimiento sino, simplemente, solo son el eco de una idea comercial ocurrida en cualquier lugar.
Deje la botella en mi despacho y no le di más vueltas al tema. Transcurrido un mes, aparece una segunda botella, igual que la anterior. En esta ocasión la vi en la estantería de Diego, oficial de la notaría. Me llamó la atención, a la vez Diego le transmitía a un asistente de firmas hipotecarias que había llegado la botella. Para mi sorpresa resultó que la botella de la historia era para un deudor hipotecario. Diego, más avispado, en este caso, había conseguido contactar con el departamento correspondiente del Banco. Sí, el Banco entregaba coincidiendo con la firma de la hipoteca un botella de vino al deudor hipotecario. Además, no se por qué motivo remitían la botella a la notaría, pues hasta la fecha no pensaba que fuéramos una suerte de buzón de estos de correos que ahora ponen en los supermercados o similar. Preguntaré a mis órganos directivos a ver si es un nuevo servicio, de esos gratis, que estamos haciendo y no me he enterado, tipo las actas previas de los préstamos hipotecarios.
Firmar un préstamo hipotecario es un acontecimiento en la vida de las personas. Se vinculan con la entidad por un gran número de años, los deudores, a veces, casi, para el resto de sus días. Hay muchas frases típicas y tópicas: “Me he casado con el banco”; “La casa es del Banco”; “La hipoteca une más que el matrimonio”… Es cierto que hoy en día no todo el mundo puede acceder a la financiación. Sin embargo, la hipoteca es accesoria de lo realmente importante: comprar la vivienda, en este caso. No acabo de ver ni estético ni correcto que el Banco regale una botella de vino a los deudores hipotecarios y, menos aún, que me haga a mi participe de su juego. En la época que vivimos, creo, empieza a confundirse la cercanía con el surrealismo, la línea que separa ambas dimensiones es muy estrecha y es fácil hacer el ridículo cuando se traspasa. El propio deudor hipotecario estaba un poco perplejo ante el regalo. No se si la intención era, celebrar el préstamo o que se descorchase la botella para cerrar el trato… eso da para otra historia.
¿Creéis que es apropiada esa forma de proceder?
Si el banco quiere regalar a sus clientes una botella de vino que lo haga personalmente el día de la firma través de sus apoderados o representantes y no que el notario u oficial proceda a entregar «algo» cuyo origen desconoce (con la correspondiente responsabilidad de que el vino incluso produzca algún problema de salud a su consumidores) .
En mi opinión no pasa nada porque una entidad financiera nos regale una botella de vino, u otro detalle, porque gracias a ellos conseguimos cumplir uno de los sueños mas importantes como es adquirir, por ejemplo una vivienda, u otros inmuebles.
Y para los que no bebemos vino que nos regalen redBull, eso si, de la mano de ellos, no del notario, esto. no es serio.
Un saludo.
Bueno… realmente, el vino lo entregó el apoderado, se remitió a la notaría, pero fue el apoderado el que lo entregó.
Cierto que gracias a la financiación se cumplen los sueños; es algo que yo siempre insisto. Normalmente, al margen de los problemas de los últimos tiempos, la gente ve en el Banco el problema, aunque es la solución, gracias a la financiación se accede a cosas o ejecutan proyectos que no se habrían conseguido de otra manera.
Sin embargo, a mi no me parece estético ese tipo de regalo en el momento de la firma de la hipoteca, no es, ni siquiera, como el llavero que te dan cuando compras un coche… al menos, esa es mi opinión y por eso he escrito el post.
Espero que tomen nota y regalen el red bull… o una nevera para colocarlo 😉
Los Bancos cada día más me sorprenden con sus estrategias, sobre todo ahora que el dinero como ahorro ya no es su negocio, o por lo menos el principal, sino la venta de seguros, las financiaciones, etc.
Utilizan estrategias de gran superficie, el vino, las toallas, y anteriormente la mantelería o el televisor.
Si quieren hacer un regalo a sus clientes pues me parece bien, pero no creo que la Notaría sea el lugar adecuado, y vino quizás tampoco sea el mejor detalle.