La Bella Durmiente se llama Fianza

   -Piensa, -dice Luis a Juan-, si tu padre faltase ahora… ¿sabes realmente qué es lo que te dejaría?

-Claro, -contesta-, el apartamento  de San Juan, la plaza de garaje de Gabriel Miró,  el prétamo de cuando la compró y cuatro duros en el Banco.

   Esa pregunta, si nos la planteásemos en el tiempo y lugar adecuado evitaría muchos problemas.

Ya hemos tratado en alguna ocasión de las consecuencias de la crisis en las herencias. En los tiempos en que vivimos, cada vez se ve más que no es oro todo lo que reluce. Nuestro Juan parecía tenerlo todo muy claro. Sin embargo, cuando, fallecido el padre, acudió a la Notaría se le informó que el apartamento de San Juan estaba hipotecado. Garantizaba un préstamo que firmó Ana, la hermana de Juan, para abrir su negocio; hablando con los hermanos, Bernardo, el tercero de los hijos, contó que el padre de los tres había garantizado un préstamo, como fiador, que Bernardo había pedido para comprar un coche de lujo, Bernardo era muy caprichoso.

   Así como la hipoteca es fácilmente detectable al documentar la transmisión de la propiedad y es fácil aconsejar sobre los efectos de la misma en relación a los herederos; la fianza, en cambio, carece de publicidad, muchas veces cae el olvido, probablemente de buena fe, pero cuando las cosas no resultan, despierta y es una losa inevitable. El fiador nada debe mientras el afianzado o avalado pague; sin embargo, la falta de pago del afianzado, en este caso Bernardo, determina que el fiador se coloque en el lugar de éste como si fuera el propio deudor.

   El fiador que paga tiene derecho a reclamar lo pagado. Sin embargo, la situación generará problemas familiares, normalmente se firma la fianza confiando en el familiar o amigo y se piensa, pese al consejo notarial, que es una mera formalidad. Cuando las cosas van mal surgen los reproches y las sorpresas.

   La fianza coloca a los herederos en el lugar del padre fallecido para responder de la deuda que afianzó. Todos pueden eventualmente resultar deudores, aunque luego puedan reclamar, el problema es que el afianzado que no pudo pagar al Banco difícilmente tendrán para devolver al fiador lo que pagó.

   Por ello, una buena práctica, si no se quiere informar a los hijos, si no se quiere dar cuenta de lo que un padre a hecho por unos hermanos; es tener la documentación ordenada, a fin de que cuando llegue el momento los hijos, la esposa, el familiar… puedan tomar una decisión cabal atendidas las circunstancias del caso. De lo contrario, lo que parece una buena herencia puede que no sea más que un caramelo envenenado; porque la Bella Durmiente… se llama fianza.

Antonio Ripoll Soler

Notario de Alicante

http://notariaripoll.com

4 Comentarios »

  1. Antinio, buenos días. He entrado en el blog de Paco Rosales y en el tuyo y veo que compartís la opinión de que los herederos continúan en la posición del fiador tras su fallecimiento. Sólo a efectos de investigación, con base en qué precepto lo sostendrías? Gracias y un abrazo.

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