Tengo prisa
Hoy ha venido una familia al despacho a reestructurar el préstamo hipotecario que mantienen. Debían una cantidad significativa de dinero. Eran tres personas. Estaban citados a las doce y han decidido venir a las 10:30. Se les ha podido hacer un hueco para atenderles. Cuando me he sentado en la sala para explicarles lo que iban a firmar; lo primero que se me ha informado es que «tenían prisa». Además traían a un pequeño y pensaban quedarse uno o dos de ellos fuera de la sala mientras yo explicaba la hipoteca a uno de ellos y a… ¡la apoderada del banco! -que de sobra la tiene clara, por cierto-. Lógicamente, como mi función exige, han entrado los tres en la sala, junto con el niño, que se ha portado la mar de bien, para explicarles la escritura. Tras lo cual, con las cosas claras, se ha firmado y la persona que tenía prisa ha podido llegar a tiempo a su compromiso.
El ejemplo es bastante ilustrativo del día a día de las notarías. El primero que prescinde de la agenda suele ser el propio cliente.
¿Qué tiene que hacer el Notario?
El Notario debe leer la escritura, no se trata de una lectura literal sino que debe explicar su contenido. Debe hacer al interesado entender la gravedad y trascendencia del documento que va a firmar. Por muy claras que el interesado tenga las cosas, él no es el técnico, debe dejarse asesorar.
Los interesados deben estar en presencia del Notario. No vale esperarse fuera. No es correcto decir: «lo que diga mi marido». Cada voluntad es independiente y es la suma de voluntades debidamente informadas las que conforman la escritura. La escritura es el envase de esa voluntad. Tiene unos efectos jurídicos que van más allá del mero papel que podamos firmar en casa. Muchas veces sus efectos son irreversibles. Tiene transcendencia fiscal y sus consecuencias van más allá del momento de la firma.
Ir al Notario es más que «ir a firmar unos papeles». El coste va a ser el mismo te dediquen mucho o poco tiempo; las consecuencias también.
El Notario no debe dejarte firmar si tu voluntad no es conforme y debidamente informada.
A mi, personalmente, no me molesta en la sala de firmas un niño pequeño, menor de cinco años, en ocasiones interactúo con ellos, he llegado a coger a alguno mientras leo la escritura; pues lo que quiero es que sus padres estén pendientes. No obstante, determinados niños, a determinadas edades, no es correcto que entren. No tienen capacidad para entender lo que sucede allí y puede que cuenten fuera lo que han firmado sus padres, me parece que es una cuestión de responsabilidad de los progenitores hacia su hijo y hacia su propia intimidad. ¿Por qué no se lleva al niño para decidir una operación de estética o para ser informado de un cancer y sí para vincularse con un banco por el resto de la vida?
En el caso de esta mañana, las personas lo estaban pasando mal. Habían encontrado viabilidad a su situación. Refrendaban un compromiso con el Banco por más de treinta años. ¿Se puede ir a firmar con prisa? ¿Es justo luego decir: «me llevaron a la notaría, el Notario me leyó unas cosas de las que no me enteré, me cobró un dineral y ahora me reclaman en el Banco? ¿Como lo veis?
Por desgracia eso debió pasar bastante en el pasado y así estamos ahora con los embargos, también por desgracia no todos los notarios deben ser como tú, porque si banqueros, notarios y clientes hubieran aparcado las prisas, se hubieran explicado las cosas mejor y todos los particulares hubieran reflexionado y valorado escenarios adversos con las condiciones que firmaban, se hubieran ahorrado muchos dramas. Animo Antonio, sigue así y gracias por hacernos ver las cosas mas claras. Un abrazo.
Querido Juan:
Gracias por tus palabras.
Indudablemente, cada persona es un mundo, como también lo es cada profesional, ni todos los banqueros, bancos y notarios son tan buenos ni todos tan malos.
Yo trato como me gustaría que me tratasen a mi. Quiero dormir tranquilo.
Por desgracia, no siempre la persona que te visita está predispuesta para dejarte hacer tu trabajo. En mi carrera he llegado a oir a personas decir que «nunca han estado en la Notaría», pese a lo cual su firma aparecía en los documentos correspondientes. Lógicamente la persona no decía la verdad -afortunadamente, no obstante, los documentos no eran míos-. Sin embargo, la veracidad de lo que tales personas relataban distaba mucho de la realidad.
Un fuerte abrazo y gracias por participar, te animo a seguir haciéndolo.
Estimado Antonio,
Enhorabuena por su blog y, sobre todo, por su tono: ameno y muy divugativo. Creo que tiene mucha razón en el título de su post «Tengo prisa». Reconozco que en más de una ocasión yo he sido la primera en considerar la visita al notario como un acto farragoso en el proceso de compra-venta de un inmueble, plaza de garaje, etc…, sin prestar demasiada atención a la trascedencia de la misma. Cuestiones del destino… en mi útima visita, esta vez para acompañar a mi marido en la creación de una ilusionante sociedad limitada, era el notario quien parecía tener prisa. Nuestra falta de cautela e inexperiencia en estas lides nos hizo asociarnos con un estafador (puedo llamarle así porque ya hemos sabido que tenía sentencias al respecto). En este caso, a este condenado por delitos contra el patrimonio, no le tembló el pulso a la hora de firmar para convertirse en administrador único de una sociedad a la que aportaba unos terrenos que ni siquiera eran suyos. La ley de protección de datos nos impidió a nosotros poder acceder a esa información previamente y el notario estimó que no había necesidad de comprobarlo. No nos leyó la escritura y señaló en la misma que nos mostrábamos satisfechos. Creo recordar que no se sentó en la firma…El caso ya está denunciado, era un estafador con bastantes causas pendientes….el disgusto… bueno, va y viene….pero no hago más que pensar en si, además de por supuesto nuestra falta de cautela, aquel notario tenía demasiada prisa. Y pienso que quizá los notarios deberían contar con más instrumentos o recursos para poder evitar que este tipo de personas cometieran estos delitos. Algo falla….no sé… supongo que le ocurre a cualquier persona que ha sido estafada y que ha intentado iniciar un proyecto con todos los requerimientos que exige la Ley y luego «se la han colado»….pero la sensación con la que me he quedado es con la de una gran inseguridad jurídica. Si un notario no puede detectar que una persona que ya ha sido condenada por delitos contra el patrimonio y que está imputada e investigada entra en su despacho para crear una sociedad a la que aporta unos bienes que ni siquiera son suyos, la verdad es que me siento insegura.
Un saludo y mi más sincera enhorabuena de nuevo por su blog. Atentamente:
Laura Sánchez
Estimada Laura:
Gracias por relatar tu experiencia y por participar en el blog, así como por tus palabras.
Indudablemente, tu caso no es plato de buen gusto.
Los notarios podemos comprobar muchas cosas, pero tenemos determinadas limitaciones; la ley establece determinados límites a nuestra actuación. Sin embargo, en general, el sistema funciona y funciona bien.
La actitud del notario de tu caso… todos los asuntos se deben atender dando la relevancia que tienen, es lo que justifica tu actuación. No es lo mismo aportar un inmueble, no obstante, que simplemente los 3000 euros que se aportan al capital de una sociedad; sin embargo, la actuación del profesional debe ser la adecuada, en todo caso.
Si alguna vez se repite tal circunstancia, tienes el deber de exigir al profesional, como harías en cualquier otro caso, que cumpla sus obligaciones, sin perjuicio de las responsabilidades en que pueda incurrir.
Lógicamente, como en todas las profesiones, existen mejores y peores profesionales.
Saludos