Nuevos tiempos, nuevos testamentos

old way new way   El otro día me sorprendía a mi mismo cuando a unos señores, que habían acudido a mi para hacer testamento, les decía: «Esto lo explico distinto cada vez; cada persona, cada familia… tiene sus propias circunstancias y aunque, al final, los testamentos puedan ser casi iguales, no siempre se llega al mismo remedio por el mismo camino».

   En los últimos tiempos, cada vez más, me produce cierto recelo la forma en la que tradicionalmente se enfoca el tema de los testamentos. Siempre acabo pensando lo mismo: El testamento normal está en crisis. Esa reflexión siempre aviva mi pensamiento y me digo a mi mismo: «Voy a escribir un post sobre  la crisis del testamento normal». El caso, es que, cuando finalmente he decidido hacerlo, me encuentro con que… ¡hace más de un año que abordé el tema!

   Sin embargo, lo cierto es que en aquella ocasión, básicamente explicaba lo que la gente entendía por el testamento normal, de uno para otro y luego para los hijos, -que es como las personas se suelen referir al mismo-. A la vez, apuntaba como los tiempos invitaban hacia a otro tipo de soluciones, pues las circunstancias de la familia española distan mucho de ser iguales a las que vivieron nuestros padres y abuelos.

   Igual será que me estoy haciendo mayor y, a lo mejor, tengo una sensibilidad distinta hacia la situación del cónyuge sobreviviente. Ultimamente han sido varias las esposas -habrá sido casualidad- que me han dicho: «mi esposo me dijo que cuando él faltara todo era mío». Habían otorgado un testamento «normal». Y es que, con el paso del tiempo, por mucho hincapié que haya hecho el Notario, las personas se quedan sólo con el dicho popular «de uno a otro y luego para los hijos».

   Lo cierto es que, bien pensado, al margen ya de la razón de ser de las legítimas de los hijos. En una familia bien avenida, la realidad es que, de la noche a la mañana, aquellos padres que sentaban el domingo a la mesa de la casita de campo a sus hijos y nietos; que simplemente pensaban en los ahorros que el matrimonio había guardado para afrontar juntos el día a día tras la jubilación; que a veces ayudaban a uno de sus nietos, de forma espontánea con una pequeña inyección económica… se encuentran, de la noche a la mañana, tras faltar su cónyuge, con que han de pedir permiso a los hijos -no siempre agradecidos- para seguir usando la casita o para disponer de algo de dinero no solo para alegrar la vida al nieto sino también para subsistir ellos mismos.

   La situación, bien por dura, bien por ser contraria a lo que llevaban en la cabeza cuando hicieron el testamento al profesional sensible no deja indiferente y, cuando menos, chirría.

   Así las cosas, en los tiempos que vivimos creo que no me equivoco si digo que es conveniente enfrentarse al hecho de hacer testamento más de una vez a lo largo de la vida.

   La esperanza de vida se alarga, el escenario económico y familiar cambia. La conveniencia de uno u otro modelo de testamento no puede ser la misma ante situaciones diferentes.

   Por otro lado, la solución tradicional de que el marido o la mujer disfruten a título de usufructo -sin poder vender, en la práctica- los bienes del que falleció más la propia mitad de gananciales, creo que a pocos satisface.

   En la actualidad, teniendo en cuenta la fiscalidad vigente y dejando la puerta abierta a cierta flexibilidad para que Hacienda no vacíe la herencia, el tradicional testamento normal debería ser reforzado por: 1) La posibilidad de que el sobreviviente haga suya la totalidad de los ahorros; 2) No se vea privado del techo; 3) En su caso, pueda vender la segunda residencia.

   Todo eso, aunque no siempre es fácil, se puede lograr con un testamento bien enfocado, para ello es necesario abrir el corazón al Notario y dejarse escuchar.

   El coste de un testamento ronda los cincuenta euros, no debe ser obstáculo para replanteárselo de vez en cuando. Puede que, en tales casos nos sorprendamos con que el testamento sigua siendo válido pese al cambio de circunstancias, o, por el contrario, deba ser ajustado para vivir tranquilos cuando llegue el caso.

   Las personas entienden que, a lo mejor, con la edad, conviene cambiar una bañera por un plato de ducha. ¿No debería mantenerse la misma actitud para el testamento cuando, además, es mucho más barato?

Antonio Ripoll Soler

Notario de Alicante

www.notariaripoll.com

8 Comentarios »

  1. Como siempre didáctico, fresco de fácil lectura (no pongo más calificativos para que no suene a peloteo).
    Es imposible no darte la razón, y no agradecerte la sensibilidad humana que rezumas, pero mi problema es (dado el actual sistema de legítimas) que no se me ocurren esas soluciones de las que hablas, salvo que el caudal hereditario sea más amplio que los ahorros la vivienda habitual y la segunda residencia (pues en muchos casos sólo es la vivienda habitual hipotecada para ayudar a los hijos).
    ¿Podrías darme un par de ideas?.
    Desde luego hace años planteaste si era o no conveniente mantener el sistema de legítimas, cuanto más pasa el tiempo más razón te doy en que deberían de ser definitivamente suprimidas o cambiadas.
    Por cierto, y si el caudal hereditario tiene alguna empresa familiar ¿Cómo ves la posibilidad de regular esa empresa con unas capitulaciones matrimoniales en las que intervengan los hijos o con una sociedad limitada con unos estatutos que alteren el régimen de participaciones sin voto, derecho de exclusión y separación, prestaciones accesorias, y limitaciones a la transmisión de participaciones sociales vgr?.
    Esta pregunta se que supera la entrada -de hecho es una invitación a que escribas dos- pero cada vez veo más claro que nos equivocamos más intentando analizar jurídicamente y por separado las distintas fases por las que pasa una familia (matrimonio, filiación, suceción…) cuando ésta es un todo orgánico en el que cada fase afecta a la siguiente y cuyo futuro hay que anticipar y prevenir.

  2. Ya he escrito sobre el tema, hace un tiempo en una monografía propia sobre revocación testamentaria. Creo que el testamento es un acto que debe ser como bien dice el Sr Notario, reforzado y más que reforzado, es hacer uso de la función asesora del Notario para que los testamentos que van a aparecer, cuando quien ya los hizo no está en el mundo de los vivos, cumplan su misión y el papel que tienen, cumplir la última voluntad y sobre todo, como bien se dice en el comentario, cuidar de los más débiles. He insistido también, que el Notario debe jugar un papel vital en eso, cuando el otorgante acude, hay que indagar, preguntar… no escribir dos líneas en un papel fríamente, ni un modelo. Yo recuerdo que antiguamente, por lo menos en las Notarias cubanas, hace ya mucho, el testamento lo redactaba el Notario de su puño y letra, para darle toda la magnitud requerida….
    Pasa como con el sistema de legítimas también escribí en su momento sobre eso, las modificaria.
    Pero sin irme del tema que nos ocupa, efectivamente los testamentos deben ir variando y hacer un solo testamento en vida, salvo que las circunstancias no hayan cambiado, no es prever el propio camino de la vida. Ya lo decían los romanos» Voluntas hominis est ambulatoria usque ad mortem».
    Me ha encantado la reflexión.. Creo que la fe pública que tienen los Notarios debe aun ser más explotada, en el mejor sentido de la palabra, su importancia es única.
    Buen día.
    Cobas

  3. Estimados Francisco y Maria Elena:

    En primer lugar, os agradezco a ambos las aportaciones que hacéis en vuestros comentarios. Iguamente, me siento muy honrado con la valoración que habéis hecho del post.

    En cuanto a lo que ambos sugerís, apunto dos cosas por si sirven para avivar este interesante debate.

    1) Por un lado, como sugiere Francisco, es cierto que las legítimas dejan, en ocasiones, poco margen. Posteriormente apuntaré algunas ideas por si sirven a alguien -pues el tema bien podría ser objeto de un tratado-. Sin embargo, la realidad es que, como sugiere María Elena, el poco margen no se exprime si nos remitimos a un mero formulario donde las disposiciones sucesorias ocupan poco menos de una página.

    En este sentido, jugar con lo que -en el Derecho común- nos permite la Ley puede ser interesante. Así, los derechos de preferente adjudicación de la vivienda habitual en sede de gananciales; legados de metálico, dirigir las adjudicaciones en el sentido que se apunta en el post, un contador-partidor con eficacia real -muchas veces se designa a una persona que carece de vinculación con la familia cuando llega el momento-…

    La realidad es que, incluso dejando poco margen, la experiencia me muestra que los herederos suelen ejecutar la voluntad testamentaria incluso cuando perjudica las legítimas, sin embargo, no se ven constreñidos a ello cuando la voluntad es tan escueta como la que se plasma en el testamento que se critica.

    El testamento debe ser algo vivo y puede interactuar con unas capitulaciones matrimoniales, con unos estatutos sociales bien redactados y adecuados al caso concreto de la empresa familiar de que se trate, con un protocolo familiar o incluso con unos pactos parasociales…

    Lógicamente lo anterior es muy complicado si, por ejemplo, nos limitamos a utilizar unos estatutos tipo de una sociedad porque «son más baratos». El tema debería verse como una AUTENTICA PLANIFICACIÓN SUCESORIA que transciende del propio testamento y pone en juego todos los instrumentos que el Derecho nos brinda.

    2) Me ha gustado mucho la reflexión de María Elena en relación al papel del Notario en este momento. Estoy totalmente de acuerdo; recuerdo cuando aprobé, a Don Juan Vallet diciéndonos en unas jornadas de ingreso al cuerpo: «mimad los testamentos», es algo que nunca olvidaré. SIn embargo, por desgracia, es algo que no todos tenemos siempre presente. Los motivos pueden ser muchos.

    En ocasiones, las personas no quieren enfrentarse libremente al tema y lo único que quieren es evitar la sucesión intestada.

    Otras veces, en muchas notarías, sobre todo, en la época de no crisis, se veía el testamento -indebidamente- como un documento menor. Lo cierto es que el testamento no está bien retribuido, los 30 euros que genera, según el arancel, más los derechos de copia, no justifican el trabajo que realmente deberían conllevar. Si a ello le unes el hecho de que la conciencia social imputa el coste que hemos dicho y no quiere invertir más en resolver su futuro, poco margen queda.

    ¿Cómo lo veis?

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