Una mujer de éxito
Esta semana, una tarde, me siento en una sala de firmas junto a cinco emprendedores. Era la segunda vez que todos concurrían en torno a la misma mesa. Trataban de fundar una sociedad de responsabilidad limitada. Sin embargo, determinados flecos por falta del adecuado asesoramiento previo a la visita a la Notaría habían abortado la firma pocos días antes. En esta ocasión, al final, parecía, la sociedad iba a ver la luz. Al sentarme junto a ellos para explicar el contenido de la escritura, leerla y dar vida a la sociedad, el que de ellos llevaba la voz cantante, con el asentimiento de todos, me dice:
«Hemos de felicitarle rotundamente. Si esto se está firmando hoy es gracias a Mariola. ¡Qué persona más competente! Es una suerte, para usted, tenerla en su equipo».
No hay halago profesional que me produzca más satisfacción que el hecho por alguna de las personas que nos visitan a un miembro de mi equipo.
Mariola es técnico documental en mi Notaría. Recuerdo cuando me entrevisté por primera vez con ella. Entonces, yo organizaba la puesta en marcha de mi Notaría de Torrevieja. Era un proyecto muy ilusionante. Las reuniones, por la tarde, después de doscientos kilómetros de carretera, en una cafetería de la ciudad. Mariola no portaba mayor tarjeta de presentación que un curriculum sincero, poco adornado, blanco sobre negro. Se me presentó una chica correcta, transparente, discreta, con falda roja y blusa blanca con leve estampado. En ese momento se encontraba trabajando en una gestoría, sin embargo, carecía de experiencia en la Notaría.
Pasados unos días decidí comunicarle mi propósito de contratarla, le pregunté que qué le parecía y me contestó que le hacía ilusión y le parecía muy bien. Era una apuesta recíproca -creo que más por ella que por mi, pues ella dejaba un trabajo fijo y se arriesgaba a la eventualidad de un nuevo empleo, empezando desde cero-.
El tiempo, al parecer, fue dando la razón a Mariola. Al cabo de un año, la gestoría que Mariola había dejado, cerró sus oficinas en Torrevieja. No había podido escapar a la demoledora crisis que aún hoy, pasados siete años, asola España.
Mariola, en mi Notaría de Torrevieja, entonces, desarrolló distintas funciones, empezó desde lo más bajo. Pronto me di cuenta de que era una persona trabajadora y a la que la gente quería.
Después de poco más de dos años, el destino me abrió las puertas de Alicante, mi ciudad. Se lo dije a mi equipo. Comunicarlo fue un trago amargo, aunque para mi se me abrían las puertas de mi ciudad, Alicante, para ellos suponía un brusco golpe de timón. Ofrecí a todos que me siguieran, no todos lo hicieron. Después de la reunión, vísperas de Navidad, a solas, llamé a Mariola y le dije: «Quiero que te vengas». Me miró, no dijo nada.
En 2.010, esta mujer, emprendía la aventura de, por segunda vez para ella, abrir una Notaría, era una dura experiencia, mantenía su residencia a una hora del trabajo, comía fuera de casa… nuevas funciones, poco a poco fue aprendiendo a hacer otras cosas.
Hoy, Mariola, ha pasado por todos los puestos de la Notaría. Frecuentemente la sorprendo llevándose en el bolso algún papel para estudiar en el tren. Nunca pone una mala cara. Encaja con elegancia cualquier corrección que le realizo. Nunca pone excusas al trabajo. No teme el reto de enfrentarse a un documento que nunca ha preparado.
Todo lo anterior es muy valioso. Sin embargo, lo que más aprecio de ella es que encandila a cualquier cliente que se sienta frente a su mesa. Lo atiende con calidez, humanidad y cercanía. Tiene empatía y, para su desgracia, casi llega a hacer propio el problema ajeno. No mira el reloj, escucha paciente. Muchas veces, clientes satisfechos le traen algún obsequio -he de decir que, aunque mi equipo es excelente, a la única que le prodigan tales atenciones es a ella-.
Mariola, hoy, se ha convertido en un referente en mi Notaría, tanto para los clientes como para los que trabajamos con ella, sus compañeros la quieren y para el día a día de mi organización es una persona imprescindible.
En una época en la que se reivindica el papel de la mujer en la sociedad y la paridad, Mariola, en verdad es un claro ejemplo de Mujer es éxito. Ha trasladado la excelencia, con su toque personal y sensibilidad, a su trabajo.
Me encanta este artículo.
Por que muchas veces el trabajo en la notaría acaba convirtiendose en el trabajar en familia.
Un saludo y gracias por el artículo