Las gafas de Merkel

Queridos seguidores de este modesto blog, quien escribe estas líneas, como todos, aprende día a día. En la recta final del mes de agosto me he tomado unos días de vacaciones. A diferencia de otros bloggers que lo anuncian, yo, no siendo tantos los días, simplemente no he publicado nada en las dos últimas semanas. Sin embargo, doy las gracias a todos los que habéis seguido visitando este sitio. Incluso, una buena amiga de twitter, ante mi repentino silencio, se interesó por si me pasaba algo. Al parecer, en las redes sociales, al final, hay, en ocasiones, tanta humanidad, si no más, que en la vida real.
Durante estas cortas vacaciones, además de dedicarme más a la familia, que siempre está, pero que nunca recibe todo lo que merece, he tenido la suerte de visitar Alemania. A lo largo de mi vida he estado en cuatro ocasiones en dicho país. La experiencia, siempre ha sido diferente.
En mi primera ocasión, tenía doce años, ya ha llovido algo desde entonces. Fue un viaje inolvidable; la primera vez que salía al extranjero, en coche. Durante las largas jornadas de carretera recuerdo a mi madre hablándome del milagro alemán. Con esa expresión, la generación de mis padres se refería a la reconstrucción de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. En 1984, cuando tenía lugar aquel viaje, España distaba mucho de ser lo que es ahora. Fue una experiencia sorprendente para un niño. Todavía no se había conocido la época de bonanza que siguió a los acontecimientos del año 1992; no éramos parte de la Unión Europea, entonces CEE, y ni siquiera se vislumbraba la unión monetaria, la peseta coexistía con el franco francés (creo que representaba una relación de cambio de 1 a 20) y con el marco alemán (1/50?). Son historias que nuestros hijos ni se imaginan.
Posteriormente viajé en el año 2010, ya instalada la crisis económica en España pero sin haber ocurrido los rescates bancarios. La situación económica de nuestro país cambiaría, decía Solbes, a finales del año siguiente.
En otoño del año 2011 viajé con un grupo de amigos, en aquella ocasión nos montamos en un vuelo de Ryanair; el destino no importaba, se trataba de echar unas risas. Acabamos en Trier. Una bonita ciudad de la que no había oído hablar hasta la fecha. La crisis hacía estragos en nuestro país. Era algo de lo que hablamos durante el viaje. Nos sorprendió de Alemania que no era un país tan caro como podía suponerse. Se comía a razonable precio. Ahora bien, las cosas no eran como en España. Estaban bastante más claras. Se cobraba lo que ponía en la carta y no había sorpresas, ni para bien ni para mal.
En esta ocasión, con todos los acontecimientos económicos acaecidos desde que la crisis se asentó en nuestro país, no he podido dejar de plantearme las diferencias entre España y Alemania.
De todo ello he sido consciente durante la espera en el aeropuerto, para tomar el avión que me trajese de regreso a Alicante; os dejo aquí mi reflexión.
Durante estos días he recorrido en coche 1200 km de carreteras Alemanas, básicamente la A8, que vertebra el país de este a oeste. Sorprendentemente, las velocidades de vértigo que teóricamente se alcanzan en dichas autopistas se veían cercenadas por atascos infinitos que te sorprendían sin más aviso que la jerga del GPS en inglés. Eso sí, en dichas circunstancias, si de un accidente se trataba, veías un helicóptero del tamaño de una pista de tenis sobrevolando tu cabeza.
A la ida aterricé en el aeropuerto de Memmingen, era la segunda ocasión en la que volaba a dicho aeropuerto. La pista se halla en un lugar en medio de la nada, rodeada de hangares que podrían ser de uso militar, junto a una modesta terminal en la que se puede ir al servicio y poco más.
A la vuelta, el vuelo lo he tomado desde el aeropuerto de Karlsruhe-Baden Baden. Experiencia pintoresca. Desde encontrar el aeropuerto, donde me he sorprendido cruzando el Rhin en un Ferri y comprobando si Ryanair volaba del lugar al que el GPS me había llevado. Hasta la experiencia de comer algo, a medio día, antes de coger el avión. Existía una única cafetería en la que sólo se servían salchichas, de un tipo, y un par de bocadillos envasados. Se había acabado el pan. Había una única tienda. En este caso, el aeropuerto era un barracón habilitado al efecto.
La vez anterior volé a Frankfurt-Hann; no difería mucho de lo anterior. Es cierto que son aeropuertos de Ryanair, con todo lo que ello conlleva. Sin embargo, también he cogido vuelos de la misma compañía en Alicante o Valencia y nada tienen que ver con lo que he encontrado en la primera potencia económica de Europa. Frente a los aeropuertos militares reconvertidos de Alemania, en España, para tomar un avión visitamos un centro comercial desde el que despegan los aviones y, previamente, si quieres, hasta comes a la carta. Es cierto que, Alicante, probablemente, no sea objetivo, es, creo, el cuarto aeropuerto en tráfico de España. Sin embargo, lo que veo cuando viajo dista mucho de lo que ofrece nuestro país.

A lo mejor deberíamos plantearnos por qué unos van tan bien y a nosotros parece habernos mirado un tuerto.
Amargamente, entiendo que desde Alemania, con la precariedad de medios comentados, no alcancen a comprender la existencia en España de aeropuertos cerrados o de autovías duplicadas para regocijo de no se sabe quién.
Durante mi estancia en Alemania, ironías de la vida, cuando ponía la televisión me enteré del viaje de Merkel a España. Mientras Rajoy se esforzaba por poner la mejor de sus sonrisas para los medios, mientras recorrían el Camino de Santiago, Merkel avanzaba con paso firme dejando atrás a su acompañante ¿Casualidad o realidad?
totalemnte de acuerdo , y a los dos dias del camino prohibe estar mas de seis meses a europeos sin trabajo en alemania,………., despues de un camino de santiago¡¡¡, se puede ser más cuadrada, me pregunto , hasta donde se pueden tomar estas medidas en un espacio denominado comunidad economica europea ern el que se vete el tiempo de estancia de un pais, donde estan las reglas de juego en esto de la comunidad europea que a España le ha salido tan caro con la adopcion de la momeda euero por decir un algo?,….., solo espero como siempre que el tiempo y la justicia lo ponga todo en su sitio , incluso a la merkel¡¡¡¡
Interesante aportación, dejo el enlace a la noticia a la que aludes http://www.elmundo.es/internacional/2014/08/27/53fe1b12e2704efc4d8b4581.html
Verdaderamente, es un poco difícil construir Europa si no existe una auténtica política común. A nivel Europeo la crisis debería haber servido para replantearse la Europa que queremos. Desde la perspectiva interna, no estaría de más que definiésemos ciertamente el modelo que queremos, está claro que financieramente todo no se puede soportar.
Saludos