Luis Diez-Picazo: Un maestro
Esta mañana me he enterado, por las redes sociales, del fallecimiento de D. Luis Diez-Picazo y Ponce de León el pasado 30 de octubre. La noticia me ha causado profunda tristeza.
No tuve la suerte de conocer personalmente al maestro D. Luis Diez-Picazo. Sin embargo, esta persona me ha acompañado a lo largo de mi vida de jurista, incluso antes de empezar a estudiar Derecho. Su fallecimiento es como si me hubieran arrancado parte de mi iconografía jurídica.
Luis Diez-Picazo era, entre otros muchos honores, Catedrático de Derecho Civil. Decir esto es mucho y nada. En una época en la que el conocimiento se diluye e incluso se maquilla por intereses presupuestarios que una persona sea referente de varias generaciones de juristas dice mucho, y bueno, a su favor.
Ya antes de estudiar Derecho oía a mi padre, Notario, ahora jubilado, hablar de este profesor. En mi plan de estudios universitarios, eran cuatro los cursos en los que se estudiaba Derecho Civil, sin duda una asignatura indiscutiblemente troncal en la preparación de cualquier jurista. Durante esos años, me acompañó su manual «Sistema de Derecho Civil». Me gustó siempre el acertado nombre de su obra, pues ya desde el principio se vislumbraba su concepción del Derecho como un todo entrelazado entre sí, ajeno a los reinos de taifas a los que nos tiene acostumbrado el conocimiento parcelario fruto de una época compleja como la que vivimos. Su manual, del que era coautor con Don Antonio Gullón Ballesteros, es un clásico, en el convivían modernidad en la argumentación y fundamentación jurídica y tradición, culto a los mayores, inexistencia de citas de arrastre… y un uso exquisito del lenguaje jurídico aderezado con un sin fin de adagios latinos, en unos momentos en los que no todos los estudiantes de Derecho habían estudiado latín.
Durante la preparación de la oposición, no había tema en el que no fuese invocado el autor para refrendar una u otra tesis doctrinal. Recuerdo cuando unas Navidades, en esos años, pedí como regalo sus «Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial», acababa de aparecer una nueva edición de una de sus obras, capitales en nuestra literatura jurídica. Poco tiempo después descubrí sus «Dictámenes jurídicos», en su discurso fluía un hilo armónico de conocimientos enlazados… ¡Cuánto aprendí de aquel libro! En un momento vital difícil, como es la de la oposición, ese tipo de lecturas, aun jurídicas, resultaban muy frescas y enriquecedoras.
Cada generación tiene sus juristas, al menos hasta época relativamente reciente, Don Luis Diez-Picazo, sin duda, es un primera espada de la mía. Este profesor impartió su ministerio en distintas Facultades, a lo largo de España, en una época en la que el broche de la Cátedra se ponía en Madrid. Algo que actualmente, si quiera imaginarlo, resulta prácticamente imposible en un momento en el que el deficit presupuestario hace que caigan en el olvido grandes y muy preparados académicos a la espera de que un ininteligible sistema les permita optar a su Cátedra para la cual ya han sido acreditados.
Me hubiera gustado conocer personalmente a la persona que ahora nos deja, sin embargo, me quedo con el recuerdo de este ser a temporal, nunca he sido consciente del paso del tiempo por él. Como tampoco a veces lo soy del paso fugaz por la vida de otros grandes civilistas con Don Federico de Castro y Bravo o Don José Luis Lacruz Verdejo que ya nos dejaron, no se ni cuando ya.
Esta mañana, comentando la noticia, con una muy querida profesora de Derecho, me decía:
«El pobre Luis, no ha podido resistir, horrorizado, los anodinos y asistemáticos cambios legislativos de los últimos tiempos y nos ha dejado».
Tal vez no le falta razón. Sirva su fallecimiento como llamada de atención al rigor, seriedad y buen hacer que nunca debería faltar ni en el estudio del Derecho, ni en la elaboración de las leyes, ni en la docencia universitaria.
Valgan estas líneas, al menos y no mas, como testimonio de admiración y respeto hacia lo que esta persona representa y su legado.
Quedaran sus libros en mi estantería al lado de otros de insignes juristas, como El Negocio Jurídico, de Don Federico de Castro y Bravo; Las obligaciones, de Von Thur; el Derecho civil español común y foral, de Don José Castan Tobeñas ,referente para todos los opositores a notarías; o los Elementos de Derecho Civil, de Don José Luis Lacruz… todos ellos nos han dejado, pero, sin duda, han sido y siguen siendo un referente.
Como Don Luis diría…
«Este es mi dictamen que gustosamente someto a cualquier otro mejor fundado en Derecho».
Descanse en paz, Luis Diez-Picazo y Ponce de León
Muy emotivas tus palabras, cuando nos deja un gran maestro se rompe algo en nosotros. Es una pérdida para el Derecho, y por supuesto para su entorno más cercano.
Palabras a vuela pluma que, tal vez, sean siempre las más sinceras…
Feliz domingo, Maria Elena.
Palabras a vuela pluma que, tal vez, sean siempre las más sinceras…
Feliz domingo, Maria Elena.
Nos sumamos toda la familia del derecho, sin duda.
Yo tampoco tuve la suerte de conocerlo personalmente, pero me hubiera gustado. En cualquier caso, cuando alguien nos deja siempre queda su obra, la personal para su familia y amigos cercanos, y la profesional para los demás. Obra ingente y de una calidad indiscutible. Descanse en Paz y gracias a ti, Antonio, por poner por escrito lo que muchos pensamos. Un abrazo.
Reblogueó esto en Iuslexblogy comentado:
Luis Díez-Picazo nos ha dejado. Mi primer acercamiento al derecho civil fue con su prosa fluida. D.E.P.
D.Luís Diez Picazo, un referente indiscutible para estudiantes de Derecho, y en general, para todos los operadores jurídicos. Jamás olvidaré sus lecciones de Derecho Civil. DEP.