Los enfados más allá de la muerte

Enfado más allá de la muerte   Al momento de hacer testamento cada cual se acerca de una manera. Los hay que ven el testamento como un mero trámite, quieren algo sencillo, aséptico, que simplemente facilite la transmisión, todos los hijos por igual, proteger al cónyuge sobreviviente de hijos ingratos y poca o ninguna determinación de los bienes. Es lo que se conoce usualmente por testamento normal.

   Aunque el llamado testamento normal es bastante neutro. Cada vez huyo más de modelos estandarizados. Me fascina cuando una persona desnuda sus vivencias ante mi y me cuenta lo que realmente le preocupa. En esos momentos siento la transcendencia del papel del Notario. Sólo con un declaración de voluntad sincera se llega a plasmar en papel timbrado lo realmente querido por el testador. Y es que, la realidad, es que cosas a las que damos poca importancia, pueden ser determinantes a la hora de redactar la última voluntad de una persona.

   El otro día me encontré con una señora, que tenía dos hijos; quería desigualarlos, dejar a uno de ellos la totalidad de la herencia y al otro lo mínimo que le correspondiera con arreglo a Derecho, lo que se conoce como legítima.

   La señora, con una sinceridad palmaria, en esta ocasión, sin apenas yo preguntar, con claridad meridiana me decía que su hijo la había mandado a tomar café muchas veces -era la forma que tenía de decir, finamente, lo que sentía, según ella misma me aclaró-. Por tal motivo, quería que participase menos en su herencia. En el testamento, como se había redactado, se limitaba a desigualar. Cuando se lo leí, me manifestó:

   «Mire, mi hijo es un vago, las cosas están difíciles. Yo lo pago todo, mi hija y yo trabajamos en lo que haga falta y el lleva toda la vida descansando y viviendo a costa de ambas; ni siquiera cuando se lo pedimos es capaz de ayudarnos. Por tal motivo, quiero que el esfuerzo de nuestro trabajo sea beneficio del que lo ha realizado».

   Hacía muchos años que no oía este tipo de argumento. Precisamente, es en los pueblos, -que, además, suelen ser los primeros destinos de los Notarios y auténtica escuela de la vida– donde los padres hacen hincapié en el hecho de que aquel hijo que ha llevado el jornal a casa en los años de juventud es el que debe beneficiarse en la herencia frente a aquel que estudió o nada aportó.

   Son razonamientos elementales, subyacen en la esencia de nuestras leyes civiles. Sin embargo, como consecuencia de los cambios impuestos por la vida moderna, no siempre son tenidos en consideración; pues cambiadas las circunstancias, cambian las motivaciones.

   La señora a la que me refería anteriormente, después de explicarse, añadió:

   «Además, señor Notario, quiero que conste, que lo lea, que cuando yo fallezca, sepa el porqué de las cosas».

   La expresión de los motivos del testador, aunque no es usual, siempre me ha gustado, procuro que queden claros los motivos que llevan a un padre a desigualar a un hijo en favor de otro, especialmente, en aquellos casos en los que no hay resquemor y si una causa de bondad. Pienso que, así, el desigualado entenderá y no le dolerá la disposición del padre. Cuando, por el contrario, lo que mueve al testador, es reprender moralmente a alguno de los interesados en su sucesión, siempre digo:

   «Tenga usted en cuenta que esto se lee, cuando usted falte. ¿Es este el recuerdo que quiere que tenga su hijo?»

   Cuando, pese a ello, se me insiste, no tengo inconveniente en plasmar lo que la persona me confía como depositario de su voluntad. Es cierto que puede ser un enfado más allá de la muerte; una declaración irreversible; sin embargo, es la auténtica voluntad del testador; la vida es como es y aunque, la verdad, me gustaría que todo fuese paz y amor; la realidad, es que, por desgracia, las cosas son como son. Hacia donde se decante la sensibilidad del testador dependerá de cada cual. El notario está para que se plasme la verdadera voluntad y esta sea reflexiva; pero siendo la querida, así ha de ser.

   ¿Perdonaríais al que os faltó al respeto en vida o preferís que su conciencia quede lastrada más allá de vuestros días?

Antonio Ripoll Soler

Notario de Alicante

www.notariaripoll.com

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