Mi abogado: Internet

Mi abogado: internet   Ayer, a través de la página web de la notaría, nos entraba un comentario a una de las entradas. La entrada trataba del testamento onlineTanto en este blog como en la página web de la notaría todos los comentarios se publican. Si bien, el gestor del blog nos permite moderarlos previamente. Normalmente me limito a aprobarlos sin más. Sin embargo, en ocasiones, se trata de spam o de comentarios repetidos o, incluso, algunos que contienen insultos a alguien… en esos supuestos no los publico. Sin embargo, en esta ocasión, contenía unos datos de contacto, un nombre, una dirección de correo electrónico, un ruego de una llamada y… en comentario separado, se contenía una especie de declaración de última voluntad. 

   El comentario me dejó especialmente preocupado. Me plantee que, a lo mejor, la persona se pensaba que con él realmente estaba haciendo su testamento. Como notario, formalmente, me resultaba inverosímil, pero como la realidad es algo que supera la ficción y de esto cada vez soy más consciente… Di instrucciones a Mariola para que contactase con la persona y le explicase lo que debía hacer.

   Mariola llamó al teléfono, preguntó por el remitente y preguntó por la supuesta testadora; pues no eran la misma persona. Resultó que quien le cogió el teléfono, después de informarle que el remitente no se encontraba, se identificó con el nombre de la supuesta testadora. Sin embargo, la pobre mujer, ¡no tenía ni la más remota idea de las gestiones que había hecho su sobrino! El cual, además, pretendía que se le nombrase heredero. La señora, por otro lado, se encontraba ¡a 500 kilómetros de mi notaría!

   Lo relatado hasta ahora es tan real como la vida misma. Si el chico que mandó los mensajes se pensaba o no que estaba haciendo el testamento es algo que nunca sabré. Sin embargo, hacer un testamento es algo personalísimo, realmente debería ser la interesada la que diera instrucciones, sin perjuicio de que alguien le advierta antes, o no, de la conveniencia de hacer testamento.

   Por otro lado, se debe ser cauteloso con lo que uno manda a través de un formulario web. Si no sabes usar las nuevas tecnologías, antes debes aprender. Pensamos, por ejemplo, que el sistema no hubiera tenido actividades los filtros de moderación, los datos se hubiesen publicado y difundido a través de internet sin ninguna responsabilidad por mi parte ¿es eso lo que esperaba el usuario?

   Por último, me gustaría hacer una llamada de atención sobre el uso que hacemos de internet los que publicamos y difundimos desde nuestras vivencias personales hasta contenidos de mayor o menor valor.

   El acceso a la información debe hacerse de forma responsable, es algo que reiteradamente ponemos de relieve los profesionales. Deben buscarse fuentes de calidad. Acudir reiteradamente, únicamente, a blogs, páginas web… sin tener la suficiente formación puede ser el peor de los consejos. Personalmente, nunca he consultado un síntoma médico en internet, para eso están los profesionales de la sanidad.

   Al mismo tiempo, no sólo deben imputarse los males al usuario que busca información. También debe hacerse un ejercicio de autorresponsabilidad y no subir contenidos que no tienen calidad y que pueden inducir a error. ¿De quién es la responsabilidad en esos casos? Cada vez tengo más claro que en el mundo del www todo está por descubrir y conviene ser cauteloso. Esa es mi opinión ¿cuál es la vuestra?

Antonio Ripoll Soler

Notario de Alicante

www.notariaripoll.com

7 Comentarios »

  1. Excelso (como siempre), Antonio.

    Se aborda, sin ambages, un tema tan de rabiosa actualidad como poco tratado: la «calidad» de la información que circula por internet, así como la gestión y el tratamiento que se realizan respecto a la misma.

    Una gestión y tratamiento cuya utilización responsable se antoja tanto más difícil cuanto que la tecnología, de suyo, tiene una nota expansiva que hace que nos situemos en un auténtico OCÉANO de datos. Siendo, a este respecto, una empresa harto difícil cuando no imposible discernir cuáles son, o no, las informaciones de «calidad» (entre los millares de datos a través de los cuales «navegamos» -nunca mejor dicho-).

    En mi humilde opinión, la clave de bóveda está en la frase que sigue:
    «…Personalmente, nunca he consultado un síntoma médico en internet, para eso están los profesionales de la sanidad…».

    Esto es, el sentido común y, si se me permite el préstamo, la «autorresponsabilidad».

    Sí, quizás no todo el mundo tenga en su haber las suficientes herramientas intelectuales para analizar y cribar como es debido la información. Ahora bien: si la información, por su naturaleza sustrae a la comprensión de uno, es harto obvio que habrá que acudir a quien «controle de estas cosas». Y para llegar a dicha inferencia no es necesario estar en posesión de «herramientas intelectuales».

    Sí, quizás, el autor de un Blog o una Web debería tener, o cuando menos estar concienciado, a propósito de la responsabilidad que le asiste en lo que atañe a la calidad de los contenidos que publica. Sin embargo, el usuario no puede pretender que lo que es incapaz de hacer él mismo deba hacerlo el administrador o dueño de dicha Web o Blog. En todo caso, cabría hablar de un riesgo reputacional para este último, mas no sobre la debida diligencia que debe tener dicho usuario en lo que respecta a la utilización responsable de dicha información.

    En suma, cuando hay un interés sensible en juego (ya sea tema de salud, ya sea un tema de herencia, entre otros) respecto al cual deba tomarse una decisión INFORMADA, desde luego sería irresponsable y atentaría contra el más elemental común de los sentidos confiar el diagnóstico y tratamiento definitivos de un síntoma médico en un «Blog» (en vez de recurrir a la consulta personalizada de un profesional de la salud).

    Pero, desgraciadamente, tal y como muy bien se ha apuntalado a lo largo de la exposición de este presente post, no es la vez primera que «Don José trata de arreglar la caldera de su casa en base a un vídeo que visualizó en Youtube» o «Doña Francisca, quien resolvió aplicarse X tipo de medicamento en base a la información contenida en la sección de salud de una de las revistas on line de cotilleos». Entre otros ejemplos, los cuales, se hacen extensibles al campo jurídico.

    Finalmente, y al hilo de este tema, he aquí una interesante cuento milenario de la antigua China: érase un médico y un aldeano. El segundo, denunció al primero a resultas de un tratamiento que este último proporcionó al primero, que debía paliar las dificultades de visión, mas acabó dejándole ciego. No era de extrañar, pues era una medicina cuyo destinatario natural eran los asnos. Con todo, el aldeano la compró porque era más «accesible y barata». Todo ello a pesar de que el médico le sugirió que comprará la primera. En el juicio, el médico, simplemente, se limitó a decirle al juez que «¿porqué debo darle a un «asno» una compensación? pues, si realmente hubiera valorado su salud, no hubiera escatimado en gastos para comprarse las medicinas para uso humano, que le hubieran curado sus problemas de vista». El médico fue absuelto.

    En efecto, la utilización de internet como «médico de cabecera, Notario, abogado etc.» en cuanto fuente más «accesible y barata», invita a albergar dudas a propósito de la honestidad de las preocupaciones del usuario.

    Solo, desde la AUTORRESPONSABILIDAD, como muy bien se apunta, se evitarían sustos y disgustos.

    PS: Ahora me convenzo que, el día a día del Notario, es un auténtico campo de batalla 😉

    Un abrazo!

    • Querido Omar, muchas gracias por tu interesante comentario, que, realmente, da mucho más nivel al debate.
      El cuento chino, nunca mejor dicho, es sumamente ilustrativo. Por desgracia, las personas, en ocasiones, no tenemos claras, realmente, nuestras prioridades; me viene a la cabeza al hilo de la historia un dicho que siempre empleaba mi madre: «Lo barato sale caro», y es que esa es la auténtica realidad del día a día en que vivimos. En los despachos muchas veces somos testigos del alcance de esas palabras.
      Muchas gracias por participar y te animo a seguir haciéndolo.
      Te deseo un feliz e interesante día, con valoración al final del mismo… 😉

  2. Impecable post (como siempre) enimpecable comentario.

    No obstante además de lo dicho me gustaría lanzar al vuelo una pregunta y es la posible suplantación de identidad realizada en ese comentario del post.

    Al tener que comentar poniendo unnombre de usuario y un e mail, se está usando una firma alectrónica simple según el reglamento eIDAS 910/2014 de la UE (sinceramente no tengo claro si firma electrónica simple o avanzada).

    Contrariamente a lo que muchos piensan, la firma electrónica no es una forma de consentir, sino de identificar, y mi duda es si tal suplantación de identidad es o no delictiva, lo cual abre la puerta a dos posibilidades:

    A) Usas datos ajenos con e mail propio (nombre de la señora con tun e mail)
    B) usas datos ajenos con nombre ajeno (nombre y e mail de la señora)

    No tengo respuestas, tampoco se las pido a Antonio (pues supongo que también a él el derecho penal le pilla algo lejos) sólo lanzo el guante y la reflexión

    • Querido Francisco, me parece, como siempre un interesante apunte el que haces. Por supuesto, a lo mejor no se dice suficientemente claro, pero tras el post subyace la idea de suplantación de identidad en todo caso; la cual, por burda, no creo que fuese realmente la intención del que consultaba ¿o sí?
      En cuanto a las consecuencias penales, efectivamente, excede de mi campo y para eso están los abogados y jueces. Sin embargo, en este caso, la suplantación era inocua, con lo que difícilmente, creo, será subsumible dentro de algún tipo. Es más, en el caso concreto, el sujeto puso su propio mail; sin embargo al redactar las voluntades no dejaba claro lo que era… con lo que, creo que, simplemente, se queda en un abuso de la confianza de la de la señora a la que se le imputó una voluntad que no existía. Algo que, como sabes, es usual fuera de la red cuando los interesados herederos potenciales acuden, jurando en arameo, por supuesto, con unas voluntades claras como el agua, y su pobre perplejo familiar que no tiene ni idea de qué pinta en la Notaría, ya sabes lo que pasa en esos casos… normalmente, no se firma nada.
      Saludos, feliz domingo!

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